viernes, 8 de agosto de 2014

De la Universidad al Mundo-Real

Nos hartamos de escuchar que el Trabajo Social, si pretende ganar mayor reconocimiento académico y social, debe construir teorías propias. Pero ¿Esto cómo se come? Y sobre todo, ¿Por qué pareciera que nadie lo hace? 

FUENTE: BLOG 

 


Desde la intervención hacia la investigación.  

En una entrada anterior hablamos de la situación del Trabajo Social en el marco de la ciencia. Concluimos en la necesidad de hacer avanzar nuestra profesión hacia etapas más profundas del mero pragmatismo. Pero ¿Cómo se concretan las propuestas hacia ese camino?

Si hay una palabra clave que defina el quehacer cotidiano de un/a trabajador/a social, es la INTERVENCIÓN SOCIAL. Trabajamos con personas para cambiar situaciones conflictivas o indeseadas, respondiendo a necesidades particulares que ponen en evidencia problemáticas sociales compartidas. Este es el carácter pragmático que nos caracteriza y que no hay que dejar de admitir, porque es en la medida en que tengamos algo que ofrecer a la comunidad, cuando ésta nos otorgará su reconocimiento y aceptación. 

Sin embargo, numerosos expertos del campo social, no dejan de hacer hincapié en la necesidad de avanzar desde lo pragmático hacia lo teórico: Es la necesidad del "actuar- conociendo y del conocer- actuando" que explica Natividad de la Red (1993). 


Para qué construir un cuerpo teórico propio

Sánchez Urios (2001) nos da algunas ideas para orientarnos en este sentido: 
  1. Aumentar la literatura profesional y extrapolar los casos resueltos fuera de nuestro entorno próximo de trabajo: "Difundir los conocimientos extraídos para que puedan ser utilizados por otros profesionales". No puedo dejar de preguntarme cuántos casos brillantemente resueltos habrá que nunca podrán ser reconocidos, que se quedarán en los despachos y nunca saldrán a la luz para ser consultados por otros profesionales y ponerlos en práctica en su quehacer cotidiano. 
  2. Investigamos para intervenir mejor, de una manera más multidimensional, sin perder de vista lo microsocial ni lo macrosocial. Intervenir desde lo microsocial, sin olvidar que está inserto en una globalidad; intervenir desde lo macrosocial, sin olvidar los casos particulares. 
  3. Abordar la intervención desde los modelos teóricos "que mejor se adecúen a cada situación". Hay que tener conocimiento teórico sobre los mejores paradigmas que sirvan en cada momento. 
  4. Establecer espacios de reflexión de la práctica mediante grupos de supervisión. Esto, que los psicoanalistas hacen tan bien, es un recurso que deberíamos incorporar más a menudo en nuestra práctica y especialmente cuando recién empezamos a trabajar. Hace falta más supervisión de nuestra práctica. Teresa  Zamanillo explica que hay un "profundo miedo y rechazo" (1999; p. 85) hacia ésta entre los profesionales. 
  5. Evaluar la calidad de las intervenciones, a través del uso de variables e indicadores. No siempre es fácil encontrar indicadores porque no siempre es fácil medir en Ciencias Sociales. Hay que mejorar la capacidad operativa y conceptual para poder ponerle nombre y definir bien aquello que queremos cambiar. 



Dificultades actuales a la hora de avanzar hacia lo teórico

Una de las mayores contradicciones que implica el paso del mundo universitario al mundo de lo-real es la imposibilidad o dificultad para implementar aquello que tanto nos han enseñado y catalogado como imprescindible a la hora de hacer avanzar nuestra profesión: investigar. 

Los y las trabajadoras sociales estamos acostumbradas a investigar a pequeña escala, aplicando nuestras pequeñas y humildes hipótesis. Pero no hay una tradición de sistematización ni de formulación teórica que nos permita crear conocimientos propios, avanzar en la creación de conceptos e incluso mejorar a nivel metodológico y técnico. 

En parte, considero que esto se debe a varios factores: 

  1. Lo urgente no deja tiempo para lo importante. La escasez de tiempo suficiente, la saturación de trabajo a nivel pragmático y la urgencia de dar respuesta con prontitud a lo que "se espera" de nosotros de forma inmediata. 
  2. La organización actual del sistema científico. No hay cabida, ni se exige o se demanda la investigación social. Ya lo explicaba Varsavsky en su idea del "cientificismo" imperante. Lo que se demanda en la actualidad es otro modelo de ciencia mercantilista. 
  3. La falta de financiación. Investigar es caro y se requiere personal capacitado. Si apenas existe financiación para intervenir, podemos entender que la investigación a nivel social esté tan parada. 
  4. La falta de una cultura teórica. Muchas veces el Trabajo Social se pierde en el nivel pragmático, porque muchos profesionales no tienen un interés real por llevar su práctica hacia un nivel más avanzado. Incluso se desvaloriza lo teórico y se lo llega a ver como algo innecesario. Esto ya lo señalaba Teresa Zamanillo (1999) cuando explicaba que la excesiva burocratización y tecnocracia del Trabajo Social se debía a que los profesionales tenemos "poca costumbre de estudiar y de leer con reflexión y constancia temas dedicados a la profesión (...). También es la razón de que [los profesionales del Trabajo Social] no escriban" (p. 84)

Pese a todo, creo que cada vez más los y las trabajadoras sociales tendrán en consideración estos factores. Estamos avanzando hacia una práctica más integrada, recogiendo experiencias desde otros lugares del mundo y haciendo una labor comparativa que nos permite ampliar miradas y formas de trabajar. 



BIBLIOGRAFÍA












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